La frustración es el malestar que resulta de que uno no vea realizado aquello que esperaba; y la impotencia, el profundo e inconsolable dolor emocional que resulta de no poder remediar una situación o circunstancia desagradable, o de no poder llevar a cabo una idea.
Es cierto que los diccionarios definen esencialmente la impotencia en general como la falta de poder para hacer algo, pero en nuestra opinión va más allá de comunicar una debilidad que sume a uno en la inacción. Quienes se sienen impotentes ante cierta circunstancia suelen sentir que nada podría librarlos de la dificultad.
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